Este humilde plato, almuerzo tradicional de pastores y cazadores desde hace siglos, aprovecha el “pan sentado”, el pan duro del día anterior. En su preparación, tan importante es la calidad de la materia prima como el mimo que le pongamos.
Añadir siempre el sabroso toque del aceite de oliva, chorizo y ajo, y acompañar con buen vino de la tierra.