Con su masa de harina de trigo y tocino, se tuestan en la sartén hasta obtener un color dorado. Su elaboración meticulosa, cortando la masa repetidamente hasta obtener granos del tamaño adecuado, es testamento de la dedicación y amor con que se prepara este plato. Y no olvidemos el vino, que con generosidad debe acompañar a estas gachas invernales, facilitando su digestión y elevando la experiencia culinaria.